A medida que Costa Rica se vuelve peligrosamente más cálida y seca debido a los embates del cambio climático, los cultivadores de frijoles de este país están en la primera línea de la lucha para proteger la seguridad alimentaria. Los frijoles no sólo son un alimento básico con importancia cultural en el país — como se ve en platos clásicos como el gallo pinto y el casado — sino que también son el segundo producto agrícola más comercializado en el mercado nacional, representando el 8,94% de la economía nacional (93,5 millones de dólares).
En la Alianza de Centroamérica y el Caribe mejoramiento de cultivos (CACCIA), los científicos se dedican a construir un futuro con seguridad alimentaria para la región. CACCIA -uno de los cuatro centros de innovación a través de Feed the Future Laboratorio de Innovación para el Mejoramiento de Cultivos - está afrontando cambios drásticos en los patrones de lluvia mediante el desarrollo de variedades de frijol resistentes a la sequía y a las altas temperaturas, según Roberto Camacho, investigador principal de CACCIA-Costa Rica y fitomejorador en el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Mediante la realización de evaluaciones genéticas y la colaboración con pequeños agricultores, el CACCIA puede comprender mejor qué variedades de judías son más resistentes al cambio climático y cuáles son las preferidas por los agricultores que, en última instancia, trasladarán las judías al mercado.
Los mejoradores de frijol del INTA están colaborando con Miguel Gómez y Sergio Puerto, investigadores de Cornell en el equipo de establecimiento de prioridades del ILCI , para validar cinco de las líneas más prometedoras — SEF 42, SEF 60, SEF 62, SEF 64 y SEF 71 — que han estado en desarrollo con el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) desde 2016.
Arriba: Alma Gamboa Hall (estudiante de nutrición) realiza encuestas de referencia sobre el frijol en el distrito de Santa Cecilia de La Cruz. Foto proporcionada por el INTA.
Los investigadores están llevando a cabo una evaluación a gran escala de las líneas SEF en 400 fincas de productores de las dos principales regiones productoras de frijol de Costa Rica: Brunca y Huetar Norte. Su objetivo final es la liberación de una nueva variedad en 2023 que responda a las necesidades de los agricultores y los consumidores.
El equipo está utilizando el Método de Comparación Triádica de Tecnologías (TRICOT), que consiste en que el productor evalúe tres de las cinco variedades en su finca y repita el proceso durante dos temporadas de cosecha. Al mismo tiempo, los investigadores evaluarán los procesos de adopción de semillas de frijol a partir del Método de Ensayos Controlados Aleatorios (ECA), para medir el impacto de los tratamientos de difusión.
Un elemento central de esta investigación ha sido cerrar las brechas de información con los agricultores y acelerar los procesos de adopción de tecnología. En el proceso, tanto los agricultores como los fitomejoradores y los economistas han reforzado sus capacidades mediante la aplicación de nuevos métodos y tecnologías.
Desde hace más de 30 años, los obtentores de frijol del CACCIA, alojados en el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Universidad de Costa Rica (UCR), apoyan al sector del frijol mediante un programa conjunto de mejoramiento genético. Con ello, han logrado desarrollar numerosos cultivares (como Bribri en el 2000, Cabécar en el 2003, Telire en el 2004, Gibre, Curré y Chánguena en el 2006, Tonjibe en el 2007, Surú en el 2009, Diquís en el 2009, Tayní en el 2012, Matambú en el 2013 y Nambí en el 2016), reducir los riesgos de la tecnología obsoleta y analizar las amenazas climáticas del cultivo. En 2011 se inició una nueva etapa de la investigación, que condujo a la liberación de la variedad Nambí (2016), que ha sido la más prometedora y resistente a la sequía y a las altas temperaturas.
Imagen de cabecera: Juan Carlos Hernández (bean fitomejorador en el INTA) imparte un taller sobre TRICOT en las comunidades de Veracrúz de Pejibaye y en Concepción de Pilas. Foto cedida por el INTA.